Il lacerato spirito – Simon Boccanegra, Verdi


Il lacerato spirito – Simon Boccanegra, Verdi

IL LACERATO SPIRITO – SIMON BOCCANEGRA, VERDI

 

Il lacerato spirito

 

Introducción

Hoy traigo un aria de campanillas, ya la incluí en la selección de Arias para bajos verdianos interpretada por Nicolai Ghiaurov, pero vale la pena escuchar otras versiones. Hablo de Il lacerato spirito de la ópera Simon Boccanegra, después de seleccionar entre las no poco numerosas que se encuentran en la red, me he decidido por las interpretadas por Boris Cristoff, Cesare Siepi y Jerome Hines. Creo que ninguna decepcionará a quien visite esta página.

Il lacerato spirito

Es el aria de Fiesco, el patricio genovés enemigo de Simon Boccanegra, padre de Maria enamorada de Boccanegra y abuelo de la hija que ambos tuvieron.

El aria Il lacerato spirito se encuentra en el Prólogo. Simon Boccanegra acepta la nominación para ser el próximo dux de Génova, creyendo que así podrá liberar a Maria de las garras de su padre Fiesco. Lo que Simon no sabe es que Maria ha muerto.

Fiesco sale de su palacio roto de dolor y consumido por la rabia que siente contra Boccanegra. En esta aria se ha de percibir el canto desdeñoso contra el nuevo dux y la ternura teñida de dolor al evocar a Maria.

Es un aria difícil porque el bajo que la interpreta tiene que descender en más de una ocasión al fa grave.

Primero encontramos el recitativo A te l’estremo addio, donde lanza una maldición hacia el seductor de su hija. El aria propiamente dicha es un andante y la presencia de los violonchelos le da ese toque de tristeza tan propio de algunas otras arias de Verdi. Al final del aria, la voz se hunde en las profundidades del fa sostenido 1.

Texto

Esta es la traducción de Il lacerato spirito

FIESCO
(saliendo del palacio)
¡A ti, mi último adiós, palacio altivo,
gélido sepulcro de mi ángel!
No fui capaz de protegerte…
¡Oh, maldito! ¡Oh, vil seductor!

(mira a la imagen de la fachada)

Y tú, Virgen, ¿sufriste cuando a ella
le robaron la corona de su virginidad?
¿Pero, qué digo?… ¡Deliro!… ¡Perdóname!
Al espíritu atormentado de un triste padre
le estaba reservado
un suplicio de infamia y dolor.
A ella, el cielo piadoso,
le dio la corona de los mártires.
Devuelta al fulgor de los ángeles,
María, ruega por mí.

Versiones

 

 

 

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