Enemigas en la ópera 1


Enemigas en la ópera

ENEMIGAS EN LA ÓPERA – VARIOS EJEMPLOS

 

Enemigas en la ópera

 

Introducción

En infinidad de óperas podemos encontrar ejemplos de rivalidad, de odio y de enemistad entre los personajes. Fácilmente ocurre cuando hay un triángulo amoroso, o situaciones en las que el poder y ambición juegan un papel importante. Esto sucede tanto a hombres como a mujeres, sin embargo hoy vamos a ver seis ejemplos de enemigas en la ópera.

Queda claro pues, que no me refiero a rivalidades entre cantantes, que como podemos ver AQUI las ha habido y muy notables. Esperemos que esto ya sea una anécdota. Hay sitio para todas en el mundo de la lírica.

 

Enemigas en la ópera

Vamos a ver seis ejemplos de enemigas en la ópera, aunque como siempre digo, hay muchos más. En algún caso veremos que la enemistad se acaba diluyendo y llega el perdón y la reconciliación, en otros casos llegará más tarde y en otros nunca jamás. La enemistad perdurará siempre.

Por orden de antigüedad en la fecha del estreno de la ópera vamos a ver a estas doce enemigas.

Susanna y Marcellina – Las bodas de Fígaro (Mozart, 1786)

Es el único ejemplo bufo de enemigas en la ópera que vamos a ver, porque los demás son bastante dramáticos.

Susanna y Marcellina no se caen bien. Susanna va a casarse con Fígaro pero Marcellina  pretende lo mismo en virtud de un contrato antiguo. Cuando en el acto I se encuentran, bajo una apariencia de saludos corteses, se van lanzando pullas

Diana Damrau y Jeannette Fischer. Via, resti servita

 

 

Anna y Giovanna – Anna Bolena (Donizetti, 1830)

Con ellas empiezan los ejemplos dramáticos de nuestras enemigas en la ópera.

Anna Bolena era la segunda esposa de Enrique VIII. Cuando empieza esta ópera de Donizetti, está a punto de ser repudiada porque el rey se ha encaprichado de la dama de la corte, Giovanna Seymour. Ésta lamentaba ser la causa del repudio de la reina, aunque Enrique VIII se las ingeniará para acusar a Anna de infidelidad y tener el campo libre para casarse con Giovanna, cosa que hará.

La escena que veremos entre estas dos rivales empieza con graves y serias acusaciones hacia la cortesana que ha seducido al rey. Giovanna confiesa que dicha cortesana es ella misma. Tras un lógico enfado por parte de Anna, al final la perdona.

Anna Netrebko y Elina Garanca, Dio, che mi vedi in core… Sul suo capo aggravi un Dio…Va, infelice…

 

 

Maria e Isabel – Maria Stuarda (Donizetti, 1835)

Donizetti parece ser que era una buena persona, tal vez por eso sus grandes enemigas en la ópera acaban perdonando a sus rivales, al menos de manera unilateral como es el caso de Maria Stuarda. Ella y su prima la reina Isabel I están algo más que enfadadas. Isabel ha recluído a Maria por motivos políticos pero, y eso es tan importante como lo otro, porque amabas aman al mismo hombre, el conde Leicester.

Vamos a ver la famosa escena de confrontación entre ambas. Los insultos vuelan como dagas afiladas entre ambas. La reconciliación parece imposible, pero antes de morir en el patíbulo, Maria perdonará a su prima.

Joyce Di Donato y Elza van den Heever

 

 

Aida y Amneris – Aida (Verdi, 1871)

Esclava e hija del faraón. Ambas enamoradas de Radamés. Aida lo ama en silencio y es correspondida con igual secreto. Amneris lo ama haciendo ostentación de ello, se sabe en una posición de privilegio para conseguir lo que ansía. Sin embargo sospecha que su esclava puede tener el mismo interés que ella. Para descubrir la verdad hará algo despreciable: dirá a Aida que Radamés ha muerto en combate. Cuando ve la reacción de dolor, que Aida no consigue disimular, le espeta que Radamés vive. Aida le suplicará que le deje lo único que le queda: el amor de Radamés. Amneris no lo va a consentir. Su venganza llegará hasta la condena de Radamés a morir encerrado vivo en una tumba. Amneris lo lamentará y más lo hubiera lamentado de haber sabido que Radamés acabaría sus días en brazos de Aida.

Violeta Urmana e Ildiko Komlosi, Fu la sorte dell’armi a’ tuoi funesta

 

 

Gioconda y Laura – La Gioconda (Ponchielli, 1876)

Otro enfrentamiento que terminará sin sangre, pero que no lo parece en un primer momento. Gioconda, cantante callejera, está enamorada de Enzo Grimaldo, un noble que está enamorado de Laura, esposa del dux veneciano. Enzo y Laura planean huir juntos en un barco. Llega Laura y acto seguido, la Gioconda que viene dispuesta a matarla. Ambas se enzarzan en una fuerte discusión en  que acaban comparando su amor por Enzo. Cuando se dispone a matarla, ve que Laura lleva el rosario que su madre le dió el día que la salvó de ser acusada de brujería. Esto la lleva a cambiar de actitud y acabar ayudando a Laura.

Saioa Hernández y Anna Maria Chiuri, È un anatema…L’amo come il fulgor del creato

 

 

Adriana y la princesa de Bouillon – Adriana Lecouvreur (Cilea, 1902)

Llegamos al último de los ejemplos de enemigas en la ópera con unas de campanillas. Adriana Lecouvreur y la princesa de Bouillon están enamoradas del mismo hombre: Maurizio de Sassonia. La princesa, además, está implicada en intrigas políticas. Tras diversas andanzas, Adriana descubre que la princesa es la misteriosa mujer que se había citado con Maurizio. En una fiesta en casa de los príncipes de Bouillon a la que es invitada Adriana a actuar, decide recitar el monólogo de Fedra, cuyas frases van dedicadas a modo de insulto a la señora de la casa. Esto provocará una ira mayúscula en la princesa que se acabará vengando de Adriana dándole muerte.

Dejamos aquí la traducción del monólogo de Fedra interpretado por Montserrat Caballé, la princesa es Fiorenza Cossotto.

ADRIANA

(Recitando)

«¡Cielos! Qué hago yo en este día?

Mi marido se dispone

a regresar con su hijo.

Testimonio de un adúltero amor,

mi vileza verá temblar

en presencia del padre,

y mi pecho se llenará de vanos suspiros

y las lágrimas de mis ojos

harán languidecer mi vista.

(mirando a Mauricio)

Crees tú que según la fama de Teseo

desvelar no debo mi horrible drama?

Osaré mentir a su padres y al rey?

Y reprimir el inmenso secreto?

¡El silencio será vano!

Conozco el torpe engaño.

¡Oh, Enón!, no podré comportarme

como hacen…

(se dirige directamente a la Princesa)

…las impuras criaturas que disfrutan

traicionando y cuyas sienes de hielo

nunca se ruborizan”.

 

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